MARAJAL 2025
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Acababa de comenzar el año, los amigos de hace más de 40 años querían reunirse, ahora eran dos más; a Toñi, Rafa, Mati y Losé Luis se les habían unido Justo y Carmeli. Estos seis amigos sólo necesitaban unas charlas acompañadas de algún pequeño manjar para poder disfrutar de un tiempo juntos. Planearon un encuentro en una localidad madrileña, hay que recordar que viven en comunidades diferentes, sesión de teatro, cena, todo preparado para pasar un excelente fin de semana.
Pero como siempre la vida se encarga de cambiar los planes. La noche anterior al viaje, Justo fue avisado por su compañía de seguridad que la alarma de su chalet en el campo había detectado movimiento en el mismo; cuando él y Carmeli llegaron los cacos ya se habían ido, estos se habían colado por la terraza del piso superior y, al sonar la alarma, no tuvieron tiempo nada más que de desmantelar algunas de las habitaciones del piso ese, buscando qué llevarse y que no encontraron.
Tras todos estos trastornos, se plantearon renunciar al viaje, pero el daño ya estaba hecho, y salvo la denuncia en la policía y a su seguro, ya no se podía hacer nada más; por lo que ellos junto a Rafa y Toñi se montaron en el coche y se dirigieron al punto de encuentro donde los esperaban Mati y José Luís.
Hacía meses que no se veían, las circunstancias no eran las mejores, pero el día pasó con total normalidad, disfrutaron de una comida y por la tarde, cuando se dirigían al teatro, uno de ellos tropezó con una arqueta que había en la acera que estaba algo levantada; para evitar que alguien más tropezara fueron a colocarla bien y al hacerlo vieron que algo en el fondo brillaba; el más atrevido metió la mano y sacó un diminuto trébol de cuatro hojas de plata. Se quedaron sorprendidos, y la más «loca» dijo: la suerte nos acompaña, disfrutemos de la noche.
Desde ese momento pareció que un rayo de energía, ilusión… los acompañó toda la noche. Al día siguiente empezaron a planear el próximo encuentro.