VEJEZ

Contemplaba su rostro en el espejo del baño, las canas se habían hecho dueñas de su pelo, las manchas en la piel ensuciaban su fente y sus pómulos.

Nunca le gustaron las cremas, ahora las necesitaba para hidratar una piel reseca por el paso de los años.

Cerró los ojos y su mente la llevó a ver imágenes desde la infancia a la niñez, adolescencia, juventud, madurez, tantas y tantas vivencias, experiencias de todo tipo.

Abrió los ojos y  ya no vió una mujer vieja, era una mujer con mucha experiencia y con la suerte de haberlas vivido satisfactoriamente. Ya no se veía cansada y casi vencida por la vida, se encontraba dispuesta a seguir viviendo todo lo que la vida le vaya mandando, con ganas, con optimismo por haber sido y seguir siendo tan afortunada de poder disfrutar de la vida.