¿MALÚ?
– Lo siento cariño, tengo que parar en la gasolinera, sé que no te gusta que pare en ésta, pero no llevo suficiente combustible en el depósito para llegar al pueblo. Así habló David a su mujer.
Hace un año hicieron esa misma parada ya que es la única gasolinera que hay hasta llegar a su pueblo; en aquella ocasión iban acompañados de su perrita Malú, era su niña, no podían tener hijos y desde que se casaron la tenían a ella, super cuidada y mimada; en aquella ocasión Malú vio un gato cerca de los aseos de la gasolinera y cuando Ángela, su dueña, abrió la puerta trasera del coche para coger su bolso, Malú salió corriendo del mismo a por el gato, con el infortunio que otro coche que acababa de repostar se movió y la atropelló, desde entonces habían evitado esa gasolinera.
David llenó el depósito, Ángela recordó lo ocurrido un año atrás y sin poder evitarlo un par de lágrimas recorrieron sus mejillas.
Prosiguieron su viaje, pero en la primera curva el dispositivo del coche empezó a sonar y en la pantalla se leía que el cinturón del asiento trasero no estaba abrochado. De repente dejó de sonar, y volvió a pasar lo mismo cuando volvieron a tomar una curva. La pareja estaba mosqueada ya que eso significaba que algo iba mal en el coche y hacía quince días que le habían hecho la revisión, pero pensando que sólo era un problema eléctrico, tampoco le dieron más importancia.
Ya en el pueblo, ventilaron la casa, prepararon la comida y salieron al patio bajo la parra para comer al fresquito; cuando Ángela llevaba los vasos y la botella del agua tropezó con algo, miró y era un peluche, el favorito de Malú; preguntó a David de dónde había salido eso, él contestó que no lo sabía, que antes no estaba allí. Al llegar la noche, regaron las plantas y refrescaron el patio, luego salieron a pasear bajo las estrellas, cuando regresaron habían pequeñas manchas húmedas en el suelo de la cocina, ambos se miraron extrañados pero no dijeron nada.
Al día siguiente, cuando un pequeño rayo de sol se colaba por la contraventana del dormitorio, Ángela notó cómo la sábana se desplazó hacia atrás, despertó a David y se lo contó, eso era lo que hacía Malú todas las mañanas para que Ángela se levantara a ponerle el desayuno.
Era algo imposible, no podía estar ocurriendo, pero los dos llegaron a la conclusión de que Malú estuvo esperándolos en la gasolinera, cuando llegaron se subió en el asiento de atrás, jugó en el patio, chapoteó en los charcos e hizo lo mismo que hacía un año atrás.
Sorprendidos pero en el fondo algo ilusionados, volvieron a la ciudad convencidos de que no estaban solos.