TRES AMIGOS
Tres perros machos comparten su vida en un piso la mayor parte del año junto con sus humanos, un matrimonio joven y su hijo; las vacaciones o fines de semana largos suelen pasarlos en una casita que tienen en la playa.
El año extraño que estaba todo el mundo viviendo por culpa del covid-19, llegaba a su fin y con un puente muy largo, pero este año no podían ir a la playa porque no estaba permitido salir de su Comunidad, así que decidieron darse un respiro del piso yendo a un camping cercano, alquilaron un bungalow para pasar esos días allí pero, por las circunstancias antes mencionadas, no podían ir los tres perros, solo dejaban uno por bungalow. El matrimonio decidió irse con el más grande y dejar a los dos más pequeños en el piso, donde una persona de confianza los atendería.
Por supuesto se lo pasaron genial y Chimeneo, el perro que fue al camping, pudo correr a sus anchas y dar grandes paseos por el campo.
Cuando regresaron, volvieron a la rutina, unos al trabajo y otro al colegio; Chimeneo, Matute y Taco se quedaban la mañana solos en el piso. Taco, que es un bichón maltés hiperactivo y muy cotilla, le preguntó a Chimeneo que dónde había estado; Chime, como lo llaman cariñosamente sus dueños, les explicó que en un sitio donde podía pasear por el campo, que habían otras casas con un perro en cada una y que se lo pasó muy bien. Matu, que normalmente pasa de todo, se interesó por la conversación y quiso saber por qué no pudieron ir todos como siempre. Chime muy sensato, les contó que no era cosa de sus humanos, era por culpa de eso que llamaban virus; para tener más seguridad entre las personas no podían haber muchos perros ladrando, y volviéndose hacia Taco le recriminó lo escandaloso que era. Chime les dijo que la verdad es que no entendía a los humanos ¿por qué molestaban los ladridos cuando ellos vocean tanto? y siguió contando: pasamos por delante del jardín de una casita de madera y había cinco hombres jugando a las cartas dando gritos: envido, paso… luego pasamos por delante de otra donde decían en voz muy alta cosas que no entendía como: la culpa es del coletas, otro le respondía que no tenía ni idea de lo que hablaba.
La verdad es que todos llevaban una cosa por encima de la boca, pero las voces que daban superaban con creces nuestros ladridos.
Entonces dijo Taco muy serio ¿cuanto más vocean, mejor se lo pasan? A mí me pasa eso, me gusta que mi ladrido quede por encima del vuestro.
A Matu, que es como una bola de pelo con patas, le interesaba más el asunto de la comida, ¿te dieron algo especial para comer? Lo cierto, respondió enseguida Chime, es que todo ese sitio entero olía muy bien a carne a la brasa, morcilla, chorizo, hamburguesas, era como estar en un paraíso y la verdad es que sí lo probé todo.
¿Tú crees que la próxima vez estaremos todos juntos? dijeron Taco y Matu.
No lo sé, depende del virus y del comportamiento de los humanos, concluyó Chimeneo.