VACÍO
Una mujer acudió a la consulta de su médico; cuando este le pregunto por el motivo de su visita, ella contestó sin parpadear que estaba vacía; ante semejante respuesta, el médico le dijo si quería decir que se había sometido a una histerectomía (operación para extirpar el útero y los ovarios). La mujer lo miró fijamente y con una voz muy débil le relató su historia:
– No estoy operada de nada, físicamente no me falta ningún órgano ni ninguna parte de mi cuerpo; cuando digo que estoy vacía es porque hace mucho tiempo voy notando cómo cada vez que la vida me sorprende con algo desagradable, cosa que pasa muchas veces ya que una ya tiene unos años, algo dentro de mí se escapa, no sé si es parte del alma, no sé si son los sentimientos, no tengo idea de lo que me esta pasando, pero tengo claro que poco a poco me he ido vaciando.»
El médico la miró atónito, según iba hablando la mujer su tono de voz iba disminuyendo, su rostro palidecía; le dijo que se tumbara en la camilla, le tomó la tensión, le miró los reflejos, le hizo un electrocardiograma, todo estaba bien, incluso demasiado bien para su edad, por lo que le mandó una analítica completa y le dijo que no apreciaba ninguna patología, esperarían a los resultados de los análisis y según estuvieran tal vez fuera conveniente ir al psiquiatra. Le preguntó lo típico, si fumaba, si bebía, si tomaba alguna sustancia… a lo que ella contestó que no a todo. Era una persona sana, sin vicios. De repente la mujer levantó la mirada y preguntó muy seria:
– ¿Cree usted que las personas se pueden morir de tristeza?
El médico vio cómo al preguntar esto los ojos de la mujer se humedecían, al punto de brotar lágrimas, por lo que le preguntó si pensaba que todo lo que tenía era tristeza; la mujer, dejando caer unas lágrimas por sus mejillas, dijo que ya no, al principio sí, pero ahora lo que tenía era vacío, no le quedaba nada dentro, ni dolor, ni resentimiento, ni cariño, ni amor… solo vacío, creo que ya no soy un ser humano, solo un montón de huesos y carne moviéndose sin sentido en esto que llamamos vida y por eso estaba convencida que le quedaba muy poco de vida; había ido a decirlo por si le servía para otros posibles casos. Se levantó de la silla, caminó hacia la puerta, antes de abrirla se giró hacia el médico, le sonrió , le dijo adiós y se desplomó.
La mujer falleció ante la mirada del médico, con una paz y serenidad en el rostro que no tenía cuando entró en la consulta. Era como si después de desplomarse el alma hubiera entrado en ella.