TROPEZAR
Tropezamos una y otra vez, durante la infancia, la juventud, la madurez.
Tropezamos una y otra vez, sabemos que la piedra esta ahí y nos empeñamos en seguir.
Tropezamos una y otra vez; la queremos evitar, esquivar, dejar atrás, pero terminamos tropezando una vez más.
La vida se pasa; la infancia se pasa, la juventud se pasa, la madurez entra en la vejez y seguimos tropezando una y otra vez.
¿No podemos evitarlo?
¿Es la muerte la única que nos librará de tropezar una vez más?
No. Estoy segura de que nos puede ayudar reconocer que hay otros caminos, que la vida no tiene por qué estar en una ruta, que hay senderos, pasos, carreteras diferentes que nos pueden llevar a nuestro destino evitándonos tropezar.
Solo que cada uno de nosotros debe reconocerlo e ir por donde más le beneficie. Mirar por uno mismo no es egoísmo, es una necesidad.