LA REUNIÓN DE VECINOS
Como cada año por Mayo había reunión de vecinos en la comunidad del edificio de la calle Alcázar nº 6, el edificio cuenta con el bajo y seis plantas, cuatro viviendas en cada una de ellas; la mayoría de las viviendas están en régimen de alquiler y los propietarios no suelen acudir a las reuniones por lo que normalmente sólo hacen presencia la administradora, uno o dos representantes del bajo y uno o dos vecinos por planta. En definitiva no llega a 15 personas de un total de 28.
Hoy se había citado a los vecinos a las 20 h, pero eran las 20,30 y sólo estaban ocho. Coincidía que había partido televisado, que siempre es más ameno que saber que en las cuentas de la comunidad no hay dinero.
A las 20,30 comenzó la reunión, se leyó el orden del día y se debatió el primer punto que hacía referencia a unas obras en la fachada, lo que implicaba una derrama de 150 € por vecino, provocando una gran disputa; a mitad de ésta, la puerta del bajo 1º se abrió, salió Rodrigo, un joven de unos treinta años que vive solo desde que fallecieran sus padres hace año y medio. Con la cara desencajada y la mirada perdida gritó : – «¿Os podéis callar?. Panda de cotorras, no dejáis oír el partido». Dando un portazo se metió en la casa. Todos los vecinos presentes se quedaron callados a la vez que sorprendidos. Catalina, la vecina del 1º D, dijo en voz muy baja: – » Pobre chico, es esquizofrénico y desde que faltan sus padres, a veces no se toma la medicación y actúa de forma rara». Tras este comentario, la administradora propuso no levantar la voz y seguir con la reunión; no había forma de ponerse de acuerdo; en ese momento entró Toño el vecino del 4º D que venía del bar con alguna cerveza de más y en voz muy alta saludó: – «Buenas noches vecinos y administradora, no me quedo que estoy en el bar viendo el partido, que me represente el presi.» En ese momento se volvió a abrir la puerta del bajo y apareció Rodrigo con una escopeta de caza en las manos.
– Al próximo que levante la voz, le cierro la boca de un tiro- gritó encolerizado.
– Vamos a calmarnos, no pasa nada. Seguiremos con la reunión otro día- apuntó la administradora tímidamente.
– No, no me vais a joder otro día. Se han acabado las reuniones delante de mi casa, ¿entendido?. Cuando queráis reuniros lo hacéis en vuestra puta casa- dijo Rodrigo mientras movía los brazos apuntando con el rifle a cada uno de los vecinos.
La vecina del 6ºB llegaba en ese momento de la calle y al ver por la puerta de cristal de la entrada a Rodrigo con la escopeta, se escondió entre los coches, sacó el móvil de su bolso y llamó a la policía.
Mientras, dentro del portal, Diego el presidente saliente, intentaba calmar al muchacho sin conseguirlo. En ese momento se oyó gritar en la calle : «¡Goooooooool!» junto con el sonido de trompetas.
– Cabrones, habéis hecho que me pierda el gol,- dijo Rodrigo girándose hacia Toño al que apuntó directamente a la cabeza; éste, blanco como la pared, decía: – «Pero hombre si vais ganando, alégrate por eso».
– Que te calles. ¿Te he dado permiso para hablar?. Deja de tocarme los cojones. Me voy a liar a tiros y me quedo sólo.
Antes de que terminara de hablar se escuchó un golpe seco y la puerta del portal se abrió. Entraron varios policías, que rápidamente redujeron a Rodrigo, acto seguido los sanitarios le inyectaron un tranquilizante. El resto de los vecinos y la administradora tuvieron que ser atendidos por ataques de ansiedad.
Una vez la policía y los sanitarios se marcharon con Rodrigo, al que al quitarle la escopeta pudieron comprobar que no estaba cargada, Toño que aún estaba medio contento, preguntó:- ¿Bueno qué, terminamos la reunión?.
A partir de ese día las reuniones se hicieron en la sede social del barrio.